Al comienzo de los 1980, un grupo de artistas fundado por
Gilles Ste-Croix llevó su talento a las calles de Baie-Saint-Paul, una villa
encantadora en las costas del río St. Laurent cerca de la ciudad de Quebec.
Conocidos para el público como Les Échassiers de Baie-Saint-Paul (Los
caminantes sobre zancos de Baie-Saint-Paul), este grupo formaría el núcleo que
se convertiría en Cirque du Soleil. Este elenco tenía un espectáculo ecléctico,
donde se destacaban malabaristas, bailarines, trafaguemos y músicos que
encantaban a los fanáticos locales con su número. Estos primeros fanáticos y
artistas no sabían que estos serían los comienzos que llevaría a algo mágico,
emocionante y revolucionario a escala global.
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